#1 Caracas a puertas cerradas.
Dos días disponibles
para hacer lo que quisiera mientras me quedaba en la Ciudad. Opción 1, quedarme
en casa. Opción 2, ir a los lugares más concurridos y que en estos días suelen
estar abarrotados de gente. Opción 3, hacer mi propio itinerario y recorrido fotográfico,
empezando en el centro de Caracas, atravesando por el Parque Los Caobos hasta
Plaza Venezuela, de allí a la Universidad Central de Venezuela, para caer luego
a la Avenida Victoria, retornando por esta para finalizar en el Paseo Los Próceres.
Este recorrido incluyo sitios históricos como el Panteón Nacional o museos como
los de la Plaza de los museos y también el Jardín Botánico. Todos los
anteriores a puertas cerradas, solo las Iglesias tenían sus puertas abiertas.
Me pregunto, si los Museos no trabajan los días en que se supone tienen más
trabajo, entonces, cuándo lo hacen.
#2 El Señor de los
Libros.
Seguro todos conocen
al Señor que esta siempre a la entrada de la UCV que da a Plaza Venezuela.
Siempre que paso por el lugar me pregunto si duerme allí, si nunca mueve los
libros de ese sitio o si tan siquiera les limpia un poco el polvo. He pasado
muchas veces por el lugar, pero nunca había cruzado palabra con él, tal vez ni
siquiera había reparado lo suficiente en este.
Me detengo un
momento, observo rápidamente los libros y entre ellos encuentro un ejemplar de “Eva
Luna” de Isabel Allende, me volteo y pregunto el precio del libro, pero no
recibo respuesta, concluyo entonces que no me ha escuchado, así que repito la
pregunta y cual parodia de una película de terror o como en un capitulo de los Monsters,
escucho una voz seca y golpeante que dice, Ábrelo. Una palabra con un sencillo
significado, pero que en el contexto, en el gesto y tono, decía: si lo hubieses abierto sabrías que el
Precio está escrito adentro, no preguntes lo obvio y no me molestes más.
Entonces entendí, porque tantas veces que había pasado por el lugar solo había reparado
en los libros y no en él, porque él está allí como quien no está.
#3 A donde los pies llevan.
Qué importa que las
puertas estén cerradas, lo que importa es querer caminar. Hoy el itinerario
tomo otros rumbos, Metro hasta Gato Negro y allí el Parque del Oeste, luego una
caminata hasta el Boulevard de Catia retornando de nuevo a Gato Negro, para
tomar el Metro a Capitolio y de allí caminar hasta la Pastora. Si algo bueno
tienen estos días, es poder aprovechar flujo de personas que caminan de una
Iglesia a otra, en otras circunstancias creo que no me habría atrevido a hacer esta
visita a La Pastora.
#4 Caracas a puertas abiertas.
Este día va de ñapa,
el cierre de una semana de descanso y el Lunes a volver a trabajar. Los Domingos
suelen ser de los días en los que abundan los lugares para hacer actividades al
aire libre, una de mis favoritas, correr por la Avenida Bolívar, la UCV y
finalizar en Los Próceres.
#5 Movió levemente su cabeza.
Cuantas personas
podrían transitar en dos días feriados consecutivos por la entrada de la UCV
que da a Plaza Venezuela, no muchas sin duda. Cuántas de estas se podrían
interesar en comprar, entre otros libros el mismo en el que yo me interese.
Mientras corro de
Plaza Venezuela a la entrada de la UCV voy preparando el dinero para comprar el
libro y pienso en cómo lo hare, para tratar de perturbar lo menos posible al
Lord of the books. Reduzco la velocidad mientras trato de ubicar el libro, pero
no logro verlo. Sin voltear a ver al Señor, pregunto si vendió “Eva Luna”. No
escucho respuesta, es entonces cuando volteo y lo observo, recostado hacia la
pared leyendo un libro. La posición que adopta lo hace tan imperceptible, que
cuando estas a unos metros de distancia, llegas a pesar que los libros están solos.
Repito la pregunta, pero ahora viéndole a la cara: vendió “Eva Luna”?. Él solo movió
levemente, muy levemente su cabeza, como quien intenta no despegar la vista de
la línea que esta leyendo.
#6 El laberinto.
“Pasaba días enteros
caminando de un lugar a otro de la Ciudad y aún cuando salía de esta, repetía
la misma rutina una y otra vez, cual especie de manía que no podía abandonar,
hasta que un día entro a un laberinto sin salida.” #MicroCuento
Algunas veces,
cuando caminamos por tantos lugares, bajamos la guardia, nos confiamos y hasta
llegamos a sentirnos invulnerables, cuando como seres humanos y en la Ciudad
que vivimos somos completamente lo contrario, susceptibles a que cualquier cosa
nos pase. Es nuestro deber minimizar esos riesgos sin quedarnos encerrados en
nuestras casas.
Hoy me sentí literalmente
en un laberinto mientras corría. Nunca
había corrido por temor y correr sin saber si estas cerca de la salida puede
ser realmente desesperante. Fueron apenas unos minutos, minutos que se me
hicieron eternos y en los que debí agotar todas mis energías hasta que logre
salir de allí. Después de eso no tuve ni el ánimo, ni las fuerzas para seguir
corriendo. Ya no importo la distancia, el tiempo o el rendimiento, solo le daba
vueltas en la cabeza a esa frase “…hasta que un día entro a un laberinto sin
salida.”
#7 Antonio Machado.
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.”
Ahora ya saben porque me gusta tanto caminar esta Ciudad entre sustos, disgustos y sobre todo gustos.